La Alianza Francesa de Málaga acoge hasta el 21 de diciembre la exposición 'Y Picasso recordaba el flamenco', que reúne casi una veintena dibujos del artista visual Emmanuel Lafont sobre textos de lo que será un libro homónimo, en el que el periodista especializado en este género musical Francis Mármol reflexiona, basándose en hechos reales, sobre la relación del pintor con el cante.
A lo largo de un año Emmanuel Lafont ha trabajado uno a uno los capítulos de este libro novelado --ya escrito y a la espera de publicación-- para crear su propio relato gráfico, según han explicado este jueves el dibujante y el escritor en una rueda de prensa.
El autor argentino afincado en Málaga crea 19 escenas que forman una narración paralela onírica y surreal, en la que ha representado al pintor malagueño como una paloma que simbólicamente atraviesa esta secuencia de recuerdos ficcionados y reales.
Todas sus obras están creadas con grafito sobre papel en un formato medio y acompañadas de unos estractos del texto original que dan pistas de quiénes son los personajes representados y cuáles las historias que cuentan.
Por la exposición desfilan grandes nombres del flamenco de Málaga como el cantaor Juan Breva, La Trini, Pepita Oliva, la bailaora La Cuenca, La Rubia de Málaga y el Canario, El Piyayo, el Negro Meric, Félix el Loco, Pepito Vargas, Manitas de Plata, Gades o Antonio el Bailarín, que aún sin estar --la mayoría-- de forma figurada en las imágenes de Lafon aparecerán en relación con el pintor de la Plaza de la Merced por elementos simbólicos o abstractos.
El origen de esta exposición-libro se basa el viaje que un grupo de malagueños hicieron en 1957 al atravesar España en una DKV para visitar a Picasso en su residencia de Cannes en la Costa Azul francesa.
Uno de los primeros recuerdos de su ciudad natal que les confesó guardar indeleble el pintor fue una letra de cantes del Piyayo. El libro usa esta anécdota como comienzo de la ficción inspirada en hechos reales de los encuentros y confesiones que Picasso mantuvo con un guitarrista de Melilla pero afincado en Málaga llamado Paco Jurado.
Picasso lo trató en una de sus residencias de la Costa Azul cuando éste daba clases de guitarra a su última pareja, Jacqueline Roque. Así se enhebran historias reales del tiempo de la Málaga cantaora por las que va pasando Picasso de puntillas y se las relata a este personaje para ir progresando en su recorrido vital hasta su madurez, donde también siguió frecuentando a artistas del flamenco.
Aunque ha sido muy poco estudiado, Picasso representó a lo largo de su carrera artística infinidad de guitarras flamencas y en algunos casos contados pintó sobre algunas de ellas en pago de su gozo al escucharlas, ha precisado Mármol.
Existen testimonios reales de que tenía una especial predilección por esta música, como los recogidos de encuentros en su madurez con flamencos como Antonio Gades, Manitas de Plata y Antonio el Bailarín, ya que "a buen seguro", le recordaba su niñez en Málaga, ha detallado.
Picasso también vivió sus primeros años en una ciudad esplendorosa en lo económico surcada por "ríos" de dinero (como lo definiría el protoflamencólogo Fernando el de Triana) que dieron cabida a hasta 14 cafés cantantes que preferentemente tuvieron flamenco en directo.
Es por ello lógico pensar, según el comisario de esta muestra, que, también debido a la asiduidad a ellos de su padre, tuviera conocimiento de los grandes de esta música que se encontraban actuando a pocas manzanas de su casa: el Breva, La Trini, etcétera.
Los relatos del libro, como la exposición, están inspirados en hechos reales de su infancia que aparecen en muchos casos en periódicos de la época, pero que no se sabe con certeza si él vivió en primera persona; aunque también en otros más fidedignos de su madurez que sí se conocen por sus biógrafos.
Así son auténticas algunas referencias a que Picasso tuvo relaciones con los gitanos de Málaga, que le enseñaron a "fumar por la nariz", por ejemplo y son ficcionados sus encuentros con el Piyayo o el surrealista Negro Meric, a los que tuvo que conocer por las calles de su ciudad, o de los que al menos supo de su música.
Se referencia a Lagartijo, uno de los grandes toreros de su época. Se menciona la bailaora Trinidad Huertas La Cuenca que triunfaba en París o en Nueva York en aquellos años vestida de torero y parece el primer caso de transformismo de la historia del espectáculo español.
Están las tres muertes de Juan Breva contadas en la prensa, "dos inventadas lógicamente"; la de la cantaora La Trini que también fue dada por muerta en los papeles y luego siguió dando recitales; la luctuosa historia de la muerte del Canario en Triana a manos del padre su rival artístico, El Canario de Málaga; la impactante historia de Félix el Loco al que Picasso conoce en la trupe de los ballets rusos para los que trabaja como figurinista y decorador y otras tantas referencias reales que en unos casos se alargan con elementos ficcionados y en otras no.
Si bien la parte gráfica de la exposición está creada de manera totalmente libre sobre los textos del libro, éste contiene hallazgos de la flamencología moderna a cargo de estudiosos como José Luis Ortiz Nuevo, Eusebio Rioja, Kiko Mora, José Luis García, Eulalia Pablo, José Gelardo o Miguel López Castro, entre otros.
Asemás, es deudor de los descubrimientos ocurridos a partir de la digitalización del Archivo Díaz de Escobar de Unicaja en Málaga, del trabajo del Eco de la Memoria, del libro homónimo salido de esta purga en busca de hechos flamencos en la Málaga finisecular.
La exposición incorpora unos códigos QR en cada cartela que dirigen a temas musicales de flamenco que abarcan desde 1910 a los 70 del siglo pasado. Son cantes que de alguna forma ilustran la escena que puede verse en los cuadros. Hay grabaciones que son "auténticas joyas" por su antigüedad como los de la Rubia de Málaga, La Antequerana, Juan Breva, El Pena, El Cojo Málaga, La Repompa o Angel de Alora, todos contemporáneos de Picasso, ha destacado Mármol.