FESTIVAL DE JEREZ

Israel Galván se inspira en el baile de los Seises para hacer un retrato de Sevilla

Redacción 8 marzo 2023

El bailaor y coreógrafo Israel Galván reinterpreta en su último espectáculo, Seises, la danza ritual y sagrada que una decena de niños efectúan tradicionalmente en la Catedral de Sevilla. A partir de la tradición de estos niños bailarines, Galván pondrá en escena su particular y extravagante paseo por su ciudad natal este miércoles 8 de marzo en el Teatro Villamarta, escenario principal del XXVII Festival de Jerez.

Israel Galván ha tratado de trasladar el rostro y la mente de los Seises. En su opinión, incluso cuando realizan su danza ritual estos niños bailarines están pensando en sus cosas, al igual que él cuando tenía esa edad y tenía que bailar estaba pensando en la recompensa que traería consigo su actuación.

En los semblantes serenos de esos niños ha encontrado el bailaor su inspiración para esta nueva propuesta que lo devuelve a la inocencia sin pretensiones de sus primeros años. No obstante, a primera vista, no veía en esa liturgia que se repite cada año en el Carnaval, el Corpus y la Inmaculada nada especial. Sin embargo, el coreógrafo se sintió atraído por el relevé, uno de los pasos que ejecutan los Seises en su baile y quiso
incorporarlo.

A diferencia de propuestas anteriores, donde Galván ha puesto el foco en las tradiciones para darles un giro en busca de cierto grado de espectacularidad, en esta obra el bailaor ha llegado a la conclusión de que “en los movimientos mínimos se abren las posibilidades de un universo” y tiende, por tanto, a lo sutil y minimalista. Su propósito de reflejar la inocencia de esos niños lo contrapone con esa “cosa sufridora y violenta” que observa en el flamenco que, en este momento de su carrera, ya le aburre. “Yo aquí no quiero eso”, precisó.

El peso de las tradiciones

Acompañado por la música de Domenico Scarlatti -de la que Galván ha asegurado que le suena como la guitarra flamenca- y con las voces blancas de la Escolanía de los Palacios, el montaje extiende su mirada a
la ciudad de Sevilla, a través del fandango del Padre Antonio Soler y las sevillanas de Pareja-Obregón. El peso de las tradiciones aparece en escena a través símbolos como, por ejemplo, los pétalos de azahar y las naranjas.

Dividido en tres fases, en la primera se recrean paisajes visuales con un baile que Galván calificó de “más silencioso”, con poesías de amor. En la segunda parte el artista se enfunda las botas para entrar en “la sublimación del cuerpo” a través de la búsqueda del ruido.

Finalmente, cantan los niños y su baile transita por su verdad más sincera para representar la magia y la inocencia de estos infantes. Contará con la interpretación musical de Daria van den Bercken y Gerard Bouwhuis al clavecín y piano, además de Helena Astolfi y Ramón Martínez.

Lucía Campillo: La maternidad como impulso creador

La oferta dancística del Día de la Mujer incluye en Sala Compañía a Lucía Campillo, que hará en Un lucero su particular recorrido por los diferentes palos del flamenco, folklore y música clásico-española para deconstruir, desde un punto de vista actual y vanguardista, el baile tradicional.

La necesidad de explorar su propia trayectoria artística forma parte también del propósito de este trabajo de la bailaora murciana, donde muestra lo extraordinario de lo cotidiano, la transformación hacia una nueva fase, la maternidad como impulso creador o la imperfección. Todas estas reflexiones tienen como única luz la danza española y el flamenco y cuentan con la aportación de María Jáimez, en la dirección escénica y dramaturgia.

Comenzará su baile por taranto para que los palos se sucedan -soleá, petenera, alegrías- para mostrar los matices personales de su baile, movimientos donde el vestuario aparecerá como una segunda piel que se
desprende y cambia por momentos. Con la guitarra de Antonia Jiménez, la percusión de Manuel Masaedo y el cante de Eva La Lebri y Jesús Corbacho, la bailaora buscará transitar por un camino artístico donde, en medio de una imaginaria noche, brillan los luceros, un brillo que también será el suyo propio.

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