Algunos ecosistemas marinos andaluces funcionan como eficaces almacenes naturales de carbono, imprescindibles para combatir el cambio climático.
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La idea de preservar un espacio de la naturaleza como puede ser un Parque Nacional hace pensar en aislarlo de la actividad humana. Sin embargo, reservorios como el Parque Natural de la Bahía de Cádiz no tienen futuro sin la mano del hombre. Esta gran marisma ha sido domesticada por la economía salinera durante milenios. Desde mitad del siglo pasado, el abandono progresivo y constante de la actividad acuícola ha colmatado lucios y secado esteros en amplitud de zonas. Al detenerse el flujo hídrico y mareal diario, con él ha desaparecido la riqueza natural, biodiversidad y captura de carbono que generaba.
Además de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la fijación de carbono constituye una importante vía para mitigar el cambio climático. No solo los bosques, los ecosistemas costeros, como manglares, praderas marinas y marismas mareales, juegan un papel fundamental como secuestradores de las emisiones de CO2. Del elemento agua surge el concepto Carbono Azul.
La capacidad natural para captar el dióxido de carbono disuelto en el agua y convertirlo en biomasa que tienen las marismas de marea como la Bahía gaditana, la convierten en un sumidero azul inmejorable. Por el contrario, las áreas que se han degrado se convierten en emisoras de gases efecto invernadero como el metano. Para frenar su desecación y conseguir recuperarlas ha surgido el proyecto Blue Natura enmarcado en un programa Life de la Unión Europea.
Desarrollo Sostenible de la Consejería coordina dos proyectos de carbono azul en Andalucía. Uno es este de la Bahía de Cádiz, con 360 Has. Otro fija el objetivo en la conservación de las praderas de angiospermas marinas en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, en parajes como Agua Amarga o la Isleta del Moro. Mediante campos de boyas se quiere evitar el fondeo libre y descuidado de los yates. El garreo de las anclas destroza las praderas de la posidonia oceánica.
Gracias a la Ley de Cambio Climático en Andalucía, que ya lo contemplaba, estos proyectos de Carbono Azul en ecosistemas marinos y litorales están entre los pioneros en Europa. Con el trabajo del Centro Superior de Investigaciones Científicas, la Consejería ha desarrollado un estándar de certificación de créditos para que las empresas puedan compensar sus emisiones.
Entidades como Navantia, Cepsa, Red Eléctrica Española, Cosentino o Grupo Eulen mantienen ya conversaciones con el proyecto. La estrategia medioambiental de las compañías comienza, por lógica, con la obligada reducción de emisiones.
La compensación de emisiones no es el único motivo que puede impulsar a las empresas a invertir en la regeneración de estos ecosistemas. La responsabilidad con el entorno en el que radican es cada vez más valorada por la sociedad.
Ecosistemas que no solo fijan carbono. La posidonia oceánica es el hábitat y sustento de numerosos peces y crustáceos. Las marismas mareales también generan toda una cadena trófica con distintas salinidades que comienzan en las algas, plantas, invertebrados y alevines de peces. Terminan en toda una gama de aves migratorias o sedentarias, de especial valor ecológico, amenazadas de extinción, que tienen en la marisma su espacio natural.