La milonga es un palo del flamenco trasplantado por los numerosos repatriados, colonos, soldados y artistas, entre ellos, decenas de toreros y de sus cuadrillas, que regresaron de las colonias a España a finales del siglo XIX. En sus cantos evocaban las tierras americanas. La milonga argentina es un estilo eminentemente cantable, proviene de la llamada "payada de contrapunto" y tiene profundas conexiones en el ritmo y en la armonía con la habanera y el tango antillano. A finales del siglo XIX, Juan Junquera, cantaor jerezano y hombre de negocios artísticos, contrató a Josefa Díaz y a su hermana (hijas del torero Paco Oro) para trabajar en Argentina por una larga temporada. Pepa Oro aflamencó esa milonga argentina para ofrecerla en su repertorio, al mismo tiempo que la bailaba, en ritmo de tangillo-rumba. La trajo a España cuando regresó y, tanto éxito tuvo, que el propio don Antonio Chacón la adaptó para ser escuchada sin acompañar al baile, revalorizando, como en tantas ocasiones, este estilo folclórico aflamencado. Se puso de moda entre los años 1880 y 1910. La primera milonga con verdadero carácter flamenco, y compás de tango-tiento, es la que popularizó Pepa Oro, hija del torero gaditano Paco de Oro que llega a España a finales del siglo XIX. Estilo que procede de la milonga coreográfica, para ser cantada mientras se baila. Este cante tiene dos parte bien definidas, la primera, la verdadera Milonga con su retahíla de versos sobre un breve motivo melódico, y la rumbita final. Otro tipo posterior y muy popular de milonga, más dramática, parte de la interpretada por Manuel Escacena como milonga de Juan Simón. Esta segunda variante tiene carácter más triste, un tiempo más pausado y, en opinión de algunos autores, llegó al mundo del flamenco en 1909 de la mano de los toreros mejicanos que regresaron a España con Rodolfo Gaona, reflejando con desolación el estado de derrota, respondiendo al clamor de una época, el canto funerario de un imperio que después de cuatro siglos tocaba a su fin. En este espacio nos acompaña Rocío Márquez. Encumbrada por la prensa como "la voz de la nueva generación del cante jondo", lleva más de una década, desde que en 2008 ganara la Lámpara Minera, labrando una sólida carrera artística que hoy desborda el panorama flamenco, donde es ya un claro referente y figura consolidada. Su personalidad inquieta y su enorme curiosidad quedan patentes en su discografía, que de manera transversal nos muestra tan gran amor por la tradición flamenca como imperiosa necesidad de ensanchar los límites de esa misma tradición, explorando y experimentando con melodías, instrumentación, arreglos y letras. Así, desde aquel fresco directo de "Aquí y ahora" (2009), sus discos son la crónica de un despegar. "Claridad" (2012), "El Niño" (2014), "Firmamento" (2017) y "Visto en El Jueves" (2019) -más la colaboración junto a Fahmi Alqhai, "Diálogos de viejos y nuevos sones" (2018)- nos muestran a una artista en continua búsqueda de sí misma a través de la música.