Si tras el 10 de noviembre entra en el congreso un poco de sensatez y algo de imaginación, deberían establecer que para ser alcalde -pongamos de Madrid- los elegidos se sometan a un coloquio con niños de primaria, no más de diez años, y ver cómo superan la prueba. Me parece una iniciativa atinada después de ver al alcalde de Madrid desarmado ante esos niños que le preguntan que si tuviera que hacer una donación de dinero ¿a dónde lo destinaría, a Notre Dame de París o para salvar el Amazonas?
Martínez-Almeida eligió la catedral para asombro de los chiquillos que no daban crédito a lo que oían. Ese alcalde -que ahora va a llenar Madrid de coches sin control- con solo asomarse a los jardines que tiene frente al pastelón de palacio que habita, vería la perfección de la naturaleza que jamás alcanzará el ser humano. El astrofísico canadiense Hubert Reeves, sostiene que "el hombre es la especie más insensata, venera un dios invisible y masacra una naturaleza visible, sin saber que esa naturaleza es el dios que el venera". Pareciera escrito pensando el corregidor madrileño.
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