El monasterio es el edificio religioso y monumental de mayor valor artístico de la provincia de Cádiz.
El obispado no descarta abrir el enclave a visitas.
Han vivido los últimos 22 años entregadas al silencio y la oración entre los muros del Monasterio de la Cartuja de Jerez. Pero ahora las hermanas de Belén se van de este conjunto monumental del siglo XV, dejándolo de nuevo sin orden monástica que lo habite.
Las monjas anunciaron su despedida hace unos meses en una carta en la que explicaron que la soledad y el silencio que buscan en su vida "se ven perturbados cada vez más" por "la proximidad y el ruido de las carreteras, el paso frecuente de aviones y un entorno del monasterio cada vez más poblado".
Una situación a la que se une, indicaban, el "desafío constante del mantenimiento y restauración" de este gran monasterio, el edificio religioso y monumental de mayor valor artístico de la provincia de Cádiz y un gran desconocido para el público, ya que la vida monástica es incompatible con las visitas.
Incluso en las zonas de las celdas, una de las partes restauradas en estos últimos años, han surgido grietas, un daño en el que ha podido influir el aumento del tráfico al que ha llevado la liberación de la cercana autopista AP-4, según explicaba recientemente el obispo de Jerez, José Rico Pavés.
Para despedirse del monasterio y de la ciudad, las hermanas han hecho algo histórico: romper su clausura, su silencio y su vida en oración y dar una conferencia a las puertas de la Iglesia de este monasterio gótico, la única parte que se abre al público periódicamente para los cultos.
Cada piedra de este monasterio está impregnada de oración", decía emocionada en la conferencia sor Fuensanta, priora de la comunidad, que resumía con esta frase lo que dejan atrás y con un 'que nos quiten lo bailao' lo que las monjas se llevarán de su experiencia en él.
En la despedida, sor Oriah, una de las hermanas de Belén que hace 22 años, cuando ella apenas tenía 23, se asentaron en este monasterio, cuando los monjes cartujos que lo habitaban desde 1948 decidieron marcharse de él, ha compartido su experiencia y vocación. Sor Oriah asegura que en la Cartuja ha pasado, dice, "algunos de los momentos más felices de mi vida".
Las monjas han vivido la mayor parte del tiempo en soledad en sus celdas, alrededor de un claustro que simboliza que son eremitas pero dentro de una vida comunitaria. De lunes a viernes esa vida comunitaria se concentraba en dos únicos actos litúrgicos. Son los fines de semana cuando se expandían con una reunión, una comida y un paseo por la naturaleza.
Son las últimas hermanas de Belén en España, donde llegó a haber dos comunidades. Ahora se desperdigarán en otros monasterios de Francia, México, Argentina o Portugal, con la esperanza de poder volver al país algún día, según cuenta el capellán, Lorenzo Morán.
La Cartuja de Santa María de la Defensión fue levantada en 1476. En 1835, con la desamortización de Mendizábal, los monjes cartujos que la habitaban se fueron. El ejercito se instaló en una parte de este rico monasterio para la cría de caballos, pero otra quedó vacía hasta 1948, cuando los monjes regresaron con una cesión del Estado de cien años.
En 2000, cuando ya avanzaban las crisis de nuevas vocaciones, los cartujos se fueron y entraron las hermanas de Belén, que ahora se despiden de este monasterio.
La Cartuja, bellísimo ejemplo del gótico tardío y el renacimiento, será gestionada ahora por la diócesis de Asidonia-Jerez. La prioridad es su conservación. Y a partir de ahí, no dejar el recinto vacío: reforzar la seguridad, mantener el culto religioso, y quizá abrirla a visitas para descubrir su rico patrimonio.