Contemplar estos días el embalse de Iznájar entre Córdoba, Granada y Málaga, es como hacer un viaje en el tiempo. Un viaje a 1969. Aquel año se formó el pantano más grande de Andalucía que sepultó bajo las aguas aldeas y cortijos que hoy emergen como fantasmas del pasado. Es el caso del cortijo del Pamplinar que podemos volver a ver después de mucho tiempo sumergido. La razón no es otra que la sequía, que ha rebajado la cota del pantano a niveles de los años 80.
La Confederación del Guadalquivir califica de crítica la situación de toda la cuenca por la falta de lluvias. Córdoba es la provincia más afectada, con sus pantanos a un 23%. Agricultores y ganaderos exigen celeridad al gobierno central para aprobar un prometido decreto de sequía que no llega.
Las lluvias de este año hidrológico son un 42% inferiores a la media de 25 años. Enero ha agravado la sequía que arrastramos desde hace cuatro años.
Y no apunta a lluvias. No se prevé falta de abastecimiento para consumo humano pero sí para regadío. También agricultura de secano y ganadería afrontan meses duros. El decreto de sequía del gobierno central no llega. Es aún un borrador y es esencial para exenciones fiscales y ayudas. Asaja exige su aprobación.
El gobierno central pedirá medidas en Bruselas. La semana que viene se reunirá la comisión de desembalses con regantes y Confederación. Ya trabajan en una primavera tan seca como el invierno.