Cinco cocineros jiennenses reciben una bandera de Andalucía.
Los reconocen por su talento, pero también porque generan el interés por un lugar y canalizan el talento de otras muchas personas.
La cocina de calidad está posibilitando el resurgimiento, la renovación o la expansión de actividades artesanales, como las relacionadas con el pan, la cerámica, el vino o las hortalizas. Decenas de pequeños autónomos en general están surtiendo de productos autóctonos a grandes restaurantes locales y, de esta forma, permitiendo una económica de cercanía que se está abriendo por el mundo.
Cinco cocineros reciben una bandera de Andalucía. Los reconocen por su talento, pero también porque generan el interés por un lugar y canalizan el talento de otras muchas personas.
En un taller de Úbeda, con seis generaciones de artesanos, ultima un pedido para una cadena de restaurantes de lujo con sede en Londres. Esta vajilla de cinco mil piezas va a Riad, la capital de Arabia Saudí. Sus diseños ya estaban en otras mesas con soles y estrellas cercanas.
Una tierra de vinos, como la del Sur de Jaén, se perdía. Algunos viticultores se resistieron. Hace veinte años lograron la protección geográfica y sus caldos están restaurantes muy cercanos y muy lejanos.
Hay artesanos, pero no son los únicos. Hortelanos y recolectores de flores y de plantas silvestres de valor gastronómico. Junto a ellos, panaderos, granjeros, ganaderos...
El talento llama al talento y aquí y a todo eso lo llaman comercio de proximidad o también economía de las estrellas.