Iznatoraf recupera su pasado histórico y mágico

Encaramado a mil metros entre los ríos Guadalimar y Guadalquivir, está recuperando su pasado. Desde hace años, hay un plan para sustituir el asfalto por adoquines, pero también para recuperar sus calles, sus plazas y los lienzos de sus murallas ocupadas por viviendas. En todo este plan, en el que participan los vecinos, están entresacando cientos de objetos de valor histórico.

Por un lado, obras que están adoquinando el suelo, que siguen asentando el origen histórico del lugar que se pisa. Y, por otro, obras que sacan a la luz un patrimonio interminable, inagotable.

El ayuntamiento compra otra casa, ahora para adentrarse en la antigua muralla y, de paso, para consolidar el espacio de una de sus torres que acaba de convertir en museo. Dentro, una claraboya para acceder al aljibe y, ante sus paredes y bóvedas, la réplica de su fuero y de sus casi 900 capítulos; el arca del concejo, con las tres llaves que guardaban el alcalde, el secretario y el tesorero; escudos nobiliarios del siglo XVI, restos neolíticos, íberos, visigodos, árabes. Lo que encuentran lo exhiben y, lo que recuperan los hace más auténticos.

Desde hace años, no hay vuelta atrás. Iznatoraf o Isn At Turaf está regresando a su origen toponímico, a ser una fortaleza en el camino. El blanco se extiende sobre sus tejados de teja árabe (5.01), mientras sus los vecinos llenan de verde sus calles retorcidas para la defensa militar, sus costanillas, sus plazas sin salida o sus viejas puertas de entrada..(20.22). Ante dos valles, el del Guadalimar y el del Guadalquivir, Iznatoraf sigue quitando el asfalto para asentar su historia.