La tendencia al alza del precio del gas está muy ligada a la guerra en Ucrania. En la calle los consumidores lo notan. Algunos pagan más que otros según dónde se compre
Llega el invierno, sube el gas. La bombona está a dieciséis con sesenta y un euros, sesenta y ocho céntimos por encima de noviembre, un diez por ciento más que un año atrás cuando estaba a quince con catorce.
La última vez que llegó a diecisiete fue al inicio de la guerra de Ucrania porque depende de la situación internacional. Si el conflicto sigue, puede subir, si Arabia Saudí saca más petróleo, puede ocurrir lo contrario, porque butano y propano son gases licuados del petróleo y a la larga influye.
De los sesenta y ocho millones de bombonas que hay en España, la de doce kilos y medio, cincuenta y tres millones son las tradicionales, las que suben.
Y queda recorrido porque en mayo de dos mil veintidós se marcó el récord, diecinueve con cincuenta y cinco: a partir de ahí comenzó a bajar hasta hace unos meses que volvió a subir sin que nadie sepa a qué atenerse.
El Ministerio para la Transición Ecológica achaca la subida al incremento internacional de la materia prima, el gas, mientras que el transporte, la comercialización y demás apenas han aumentado.