El que fuera uno de los fichajes más caros de la historia del Betis, se va a mitad de una temporada sin marcar y después de ser más protagonista fuera del campo que dentro.
La marcha del delantero Borja Iglesias al Bayer Leverkusen alemán, cedido hasta final de la temporada con una opción de compra en torno a los 8 millones de euros, supone el adiós de un futbolista diferente en el lustro en el que ha defendido la camiseta del Betis, al que llegó en 2019 desde el Espanyol por los 28 millones de su cláusula.
Irregular en sus prestaciones, de cocción lenta en su implosión en el Betis, decisivo en momentos claves de la reciente historia bética y atípico en sus atuendos y posiciones políticas y sociales, el perfil del Panda ha estado marcado en su periplo verdiblanco por esos factores a partes unas veces más iguales que otras.
El hecho de ser uno de los fichajes más caros de la historia del Betis le pesó en sus primeros compases en el club de Heliópolis y no fue hasta más de un año después, en enero de 2021, cuando soltó ese lastre al marcarle dos goles a la Real Sociedad y ser decisivo en el pase bético a los cuartos de la Copa del Rey de ese año. Ese día, Borja Iglesias pareció dejar atrás toneladas de presión y ansiedad ante los abrazos de sus compañeros, quienes habían sido testigos del trabajo sordo del punta gallego, de que nunca bajaba los brazos pese a que pintaran bastos y también de que no le salía nada, hasta el punto de que llegó a sonar para salir cedido en ese invierno. Esos dos goles cambiaron las tornas para el delantero de Santiago, quien entró con mal pie en el Betis por una lesión en el tobillo y que, además, sólo logró dos goles en su primera temporada en el Villamarín, pese a lo que no bajó los brazos apoyado por gente como los capitanes Joaquín Sánchez o el mexicano Andrés Guardado.
Nada le salió en su primer año y, después de empezar el segundo como primera opción para el chileno Manuel Pellegrini, su escasa aportación lo postergó al banquillo como tercer '9' por detrás del paraguayo Tonny Sanabria y Loren Morón, hasta el punto de que en la noche ante los de Imanol Alguacil salió en el 85 como solución de urgencia. Soltó lastre y bien que se le notó desde entonces a Borja Iglesias, quien ha sido un jugador clave en la reciente historia verdiblanca, por su aportación a las sucesivas clasificaciones europeas y su papel decisivo en la consecución del título de la Copa del Rey de 2022 ante el Valencia en La Cartuja. Borja Iglesias fue el autor del agónico y decisivo gol en semifinales ante el Rayo Vallecano y también lo fue el del único tanto logrado por el Betis en una final que finalmente se llevó a las vitrinas del Benito Villamarín en la tanda de penaltis.
Con 31 años recién cumplidos el pasado 17 de enero, Borja Iglesias no ha jugado esta temporada más que en once partidos en los que no ha anotado ningún gol. En la percepción del Panda en el Betis han pesado, además de su rendimiento y sus goles, sus posiciones políticas y sociales, mejor o peor interpretadas en función de que entrara o no la pelota, como cuando empezó a aparecer con las uñas pintadas de negro y un usuario de las redes le preguntó qué era eso. "Te lo explico yo, que no hay problema. Es una forma de concienciarme y luchar desde mi posición contra el racismo, pero creo que también me viene bien contra la homofobia. Además tengo que admitirte que me gustan", contestó el Panda en X.
Además, él y Aitor Ruibal denunciaron haber recibido insultos de corte homófobo por sus atuendos en una boda a la que asistieron en Sevilla, se declaró heterosexual en defensa de los homosexuales, renunció a la selección tras conocer que Luis Rubiales no dimitía tras la polémica suscitada por el beso en la boca que le dio a la jugadora Jenni Hermoso y, con Héctor Bellerín, pidió acudir a votar "a favor del progreso" en las pasadas elecciones generales.