Necesita del juego directo, de la seducción del juego intelectual: es artista visual, de Granada
La limitación de la movilidad le ha provocado una sensación extraña: añoraba mucho la libertad de circulación
Dice que esta 'Fase de Transición' debe servir para parar, pensar y resituarnos en otro escenario posible: un escenario en el que deben defenderse el arte y la cultura; sin ellos, "estamos ante una sociedad empobrecida"
canalsur.es le acerca las reflexiones de artistas andaluces o que viven en Andalucía sobre cómo afecta la covid-19 al mundo de la cultura y al proceso creativo
Se llama Asunción Lozano. Es artista visual y profesora en la Universidad de Granada. Cree que la pandemia ha cambiado la manera en la que nos vemos. Somos consciente de la fragilidad de nuestros cuerpos y de los errores que cometemos, de lo poco que nos necesita este mundo y del mal que hacemos con nuestros excesos.
Así que este tiempo lento nos está sirviendo, dice, para parar, pensar y tomar posición para resituarnos en otro escenario posible. Las rutinas han cambiado, evidentemente. La limitación de la movilidad le ha provocado una sensación extraña en la que añoró mucho la libertad de circulación.
Esta fotografía se corresponde a un proyecto de la artista: una grabación, en 2011, en cinco calles de Nueva York. Dos monitores sincronizados muestran la misma escena en dos tiempos distintos. Dos vídeos similares diferenciados por la ausencia o la presencia inmóvil de la artista situada de espaldas a la cámara. Los transeúntes marcan rutas mientras recorren el espacio intentando dirigir sus pasos entre los vacíos que quedan entre la gente.
Asunción Lozano reflexiona sobre este tiempo que nos da la oportunidad de parar, de pensar y de cuestionar aquello que parecía inamovible. Piensa que es probable que todo esto nos haga crecer como personas y que alcancemos más fortaleza tanto a nivel individual como colectivo, pero sin duda es "el arte y la cultura lo que ayudará a que seamos cada vez más sabios y más sensibles para ensanchar nuestro mundo e imaginar otros mundos posibles".
También le ha cambiado su manera de observar también lo cercano, lo inmediato. Se reconoce en las pequeñas cosas que le rodean y se centra en aquellos con los que convives o los que añoras.
Lo vive con resignación y con respeto. Entiende que nos obligó a parar en cuanto a la movilidad y los encuentros físicos, pero "estamos mucho más activos que nunca en cuanto a la búsqueda de referentes, viajes virtuales y encuentros telemáticos". Debería haber sido un momento silencioso y tranquilo, de parada en donde primara ralentizar la actividad frenética, pero muy al contrario "hemos sido estrepitosamente activos en la locura de una telematización desbordante.
No conoce a nadie que haya resultado inmune a las consecuencias de este confinamiento. "Somos antes que nada seres sociales que interactúan en un espacio real. No obstante, nos hemos adaptado a interactuar entre pantallas, pero no cabe duda, que hemos empobrecido los matices y las sensaciones".
En cuanto a la producción del arte ha supuesto un gran parón en la difusión de su trabajo. Una parte de lo artístico sucede en la privacidad del estudio, pero lo más interesante, puntualiza, sucede cuando las obras salen e interactúan con el público. Se le han quedado dos exposiciones sin inaugurar con obra ya montada o en las cajas enviadas por agencia de transportes. El hecho de que no se hayan podido abrir le genera una sensación muy extraña. "No somos nada si nuestro trabajo no es expuesto. Y la difusión en red nunca podrá suplir la relación directa con las piezas".
Valora la información que circula en la red. Hay infinidad de material digitalizado y virtualizado. Pero la experiencia directa, insiste, es insustituible al igual también que se obtienen sensaciones en lo digital que no son equiparables en otro caso.
Siguió trabajando durante el confinamiento, leyendo y proyectando piezas y haciendo obra pequeña. Pero echaba en falta la riqueza que da desplegar materiales y dar respuesta a unos espacios reales. Dice que es muy primaria en ese sentido y que necesita del juego directo en el estudio y en los espacios. No obstante, precisa que hay muchas intervenciones en la naturaleza que quiere llevar a cabo y que se han definido precisamente gracias a este estado provocado por la pandemia.
No tiene ninguna imagen concreta de qué o quién hizo que amara o tuviera en cuenta al arte, pero sí tiene en la memoria acumulados momentos emocionantes que son insustituibles. Visitas a exposiciones de obras y artistas que no se le quitan de la cabeza. "Momentos preciosos en los que descubres el poder del arte para introducirte en un mundo de conexiones y relatos infinitos, que ensanchan tu mundo y que te invitan a la seducción de un juego intelectual que hace que realmente valga la pena estar en el arte y en la cultura".
Cree que son el legado más importante que tenemos que defender como sociedad. "Es lo que nos hace seres evolucionados. Nos da la oportunidad de pensarnos a nosotros como individuos. Nos hace desarrollar un mundo rico de pensamientos, relatos que cuestionan la realidad y que proponen mundos nuevos".
Para Asunción Lozano, una sociedad sin arte y sin cultura es una sociedad empobrecida. "Hemos pecado de mucha ceguera con respecto a las prioridades que debíamos defender. El apoyo institucional no ha estado a la altura que nuestro tiempo merece".
Como sociedad, dice, necesitamos de una educación sólida que sea capaz de poner en su lugar el arte y la cultura. Es algo a lo estamos obligados y es muy importante en ese sentido que tanto desde las instituciones públicas como privadas se tome conciencia de esta urgente necesidad. Deberían abanderar precisamente la defensa por un patrimonio artístico y cultural que será parte del legado que dejemos.
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