El brezo tiene un mercado legal pero el SEPRONA de la guardia civil viene detectando un creciente expolio de la especie en el parque natural de Los Alcornocales.
Si quieres ver más noticias destacadas, visita la web de “Espacio Protegido”. Y en CanalSurMás tienes los programas completos.
La intervención de cuarenta y dos toneladas de brezo en cuatro almacenes de Jimena de la Frontera en Cádiz hace necesario continuar la vigilancia a los clandestinos a la caza del brezo que habitualmente se utiliza para pipas de fumar, decoración y hasta juguetes de mascotas.
El alcornoque reina en esta jungla verde de catorce mil hectáreas de la finca La Almoraima entre especies silvestres como el brezo. Los ceperos clandestinos van a la caza de su cepa. No hay nada más que escarbar en su base para encontrar la pelota maciza en la tierra, donde se aloja el tesoro. Y la infraestructura necesaria es muy básica.
Si el volumen de la cepa no merece la pena ya da igual. El clandestino ya habrá arrasado con el arbusto. En caso contrario, lo trocean para llevarse lo que vale desechando las partes sobrantes, que quedan por el camino como potencial alimento de incendios.
Controlar por cientos de veredas las caravanas de ceperos es misión imposible en espacios de semejante extensión. Ahora sí, en este aserradero de Jimena vemos el volumen real de las cepas recolectadas. El aprovechamiento del brezo es un negocio completamente legal. Claro, siempre y cuando se cumplan unos requisitos.
El incumplimiento de estos baremos y las cantidades extraídas marcarán por tanto el arranque del expolio que el SEPRONA ha detectado en algunos puntos del parque natural de Los Alcornocales.
De ellas sólo se aprovecha el diez por ciento de la cepa. De ahí cómo se cotiza. Especialmente la de Los Alcornocales por su especial veteado. Italia es el mayor importador del producto aunque el brezo de Los Alcornocales llega a numerosas partes del mundo