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Estamos en Lucena, en la provincia de Córdoba, en una antigua fábrica cerrada durante años donde ahora se producen sueños y se generan oportunidades para jóvenes que lo necesitan. Lo hace la Fundación Acuarela, fundada y presidida por el entusiasmo de Ana.
Trabajan con niños que sufren desventaja social y están en riesgo de ser excluidos socialmente. Se trata, sobre todo, de prevenir y lo hacen tanto desde el ámbito educativo como de la salud pero también del ocio, imprescindible para la integración plena.
Además de acompañar y ayudar a los niños a realizar sus tareas escolares, les enseñan a controlar sus impulsos, sus emociones y les dotan de las habilidades necesarias para saber por dónde deben encaminarse.
Junto al asesoramiento y la escucha, han puesto en marcha una escuela de Rap con resultados notables porque les permite expresar sus sentimientos, mejorar el lenguaje, conocer nuevas palabras y desahogarse, en palabras de algunas de las jóvenes que participan. Con la música y la composición se expresan con naturalidad y comparten emociones, miedos y esperanzas.
La música se convierte así en herramienta para generar un espacio de integración, oportunidades y emociones.