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El sector de la flor cortada recupera su actividad en una época de fuerte demanda

Después de un periodo muy duro, sobre todo provocado por la pandemia, cuándo muchas explotaciones familiares tuvieron que cerrar, el sector del a flor cortada se muestra optimista con la campaña que acaba de empezar

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No alimentan el cuerpo pero alegran el espíritu. Andalucía es la primera comunidad productora de flores del país. La mitad del cultivo está en la provincia de Cádiz, a la que le sigue Sevilla y Almería. En su mayoría, nueve de cada diez, son pequeñas explotaciones familiares. El matrimonio Vela-Romero cultiva tres mil metros cuadrados de claveles en el bajo Guadalquivir.

Toca cortar, están en plena campaña a las puertas de la Semana Santa cuando cientos de pasos se adornan en toda Andalucía, además de los ramos de flores que regalan los devotos. Un día como hoy en este invernadero pueden cortar entre 5 y 6.000 varas.

No solo es cortar, también tienen que desbotonar, quitar los brotes laterales, los zánganos, para que haya una sola flor. Mucho esmero para conseguir un buen precio en el mercado y parece que esta campaña está siendo aceptable. A pocos minutos en coche de esta pequeña explotación está una de las mayores de Andalucía. Cinco hectáreas de viveros y unos 30 trabajadores.

La flor es un producto perecedero que se consume, pero por determinadas fechas, la fecha de los santos es muy importante, los santos también antes en navidad se consumía, la primavera mueve muchas flores, pero siempre está ligado a una fiesta, pero la costumbre que tienen otros países europeos que tienen en su casa un ramo de flores, prorque vamos a Holanda y vemos una familia que lleva en su canastio un ramo de flores en España se ve muy poco.

Cortan dos o tres veces por semana. Hoy, a pleno rendimiento, saldrán de aquí unos 40.000 tallos de margaritas, 8.000 ramos. La producción es continua, reciben los esquejes de las plantas y en algo más de dos meses de cultivo están listas.

El sector de la flor cortada vivió sus mejores años en la década de los 90 cuando llegó a haber 1.200 hectáreas de cultivo . Ya en este siglo, las explotaciones empezaron a cerrar. Primero por la competencia en precio de flores que venían de fuera, luego por la crisis económica de 2008 y hace tres años la pandemia.

A los continuos sobresaltos que ha vivido el sector hay que sumarle últimamente la falta de agua para riego y la subida desproporcionada de los costes de producción. A pesar de las dificultades, los floricultores andaluces tienen puesta su esperanza en la campaña de esta primavera para que el sector remonte definitivamente.