Después de una intensa sequía vuelven a inundarse 25.000 hectáreas de arrozal en el Bajo Guadalquivir. ¿Quieres ver más noticias destacadas? Visita la web de Tierra y mar. Y el programa completo lo tienes en la plataforma de CanalSur Más.
Después de una intensa sequía vuelven a inundarse 25.000 hectáreas de arrozal en el Bajo Guadalquivir. Tierra y mar habla con el presidente de la Junta de Regantes de la Margen Derecha del Guadalquivir, Álvaro Pallarés, que se muestra eufórico: "Vuelve el agua, vuelve la vida y vuelve la alegría, porque volvemos a mantener los puestos de trabajo... y todo lo que en esta zona se produce”.
Nos gusta mucho darles buenas noticias. Ésta la esperábamos desde hace tiempo y mucho más los arroceros que se han quedado sin cosecha en los últimos años. Las Tablas de la Marisma del Guadalquivir ya están sembradas y esta vez se ha hecho contando con los expertos, tratando que la tierra no pierda fertilidad.
Las precipitaciones ha permitido aumentar las dotaciones de agua para riego, de manera que en esta campaña se elevan hasta dos tercios del máximo posible. Esto supone 264 hectómetros cúbicos, cantidad autorizada por la Comisión de Desembalse de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG).
Un retorno a la actividad que generará miles de empleos y alimenta a muchas empresas agrícolas auxiliares, como Doñarroz, dedicada a la producción, certificación y comercialización de semillas de este cereal. Junto con Arroces Sostenibles de Doñana una asociación de Producción Integrada, forman parte de NutriRice. Este grupo operativo cuenta con la colaboración de científicos del Instituto de Bioquímica Vegetal y Fotosíntesis del CSIC y la Universidad de Sevilla. Allí asistimos a sus investigaciones.
El GO NutriRice se ha formado para probar la eficacia de las cianobacterias autóctonas de la marisma del Guadalquivir, como abono natural de la semilla, para reducir el uso de nitratos y fertilizantes sintéticos. Tras elegir la cianobacteria que mejor se ha comportado en sus estudios, han impregnado los granos de semillas y van a probar distintos porcentajes para averiguar cuánta cantidad de nitrógeno se puede reducir sin que haya mermas en la producción.
La plantación del arroz es un espectáculo. Tras la impregnación de las semillas en las tolvas con enraizante, son cargadas en avionetas. Desde el aire, las aeronaves sobrevuelan las tablas inundadas en zig-zag y van soltando capas de granos extendidas sobre el agua formando una fina lluvia que captan nuestras cámaras. Esta ansiada agua, la fértil tierra de la marisma y el abundante sol, harán ahora su callada labor.
Después de que el año pasado no hubiera cosecha, hace tan solo 4 meses, la crisis por la sequía azotaba a esta comarca que vive del agua. La desesperación empujó a muchos labradores a sembrar cereal de secano de invierno, principalmente trigo, triticale, avena o cebada y para heno y ensilado. Las lluvias y el sol les han dado una cosecha que ya está recogida. Ahora, todos se preparan para el arroz. Si germina bien, será la primera vez en décadas que se obtienen dos cosechas en una misma temporada.
El sector podría tener un hándicap importante en el aspecto ambiental pero los estudios científicos (CSIC) están demostrando que el arroz es un filtro perfecto para reducir los niveles de nitratos, una simbiosis perfecta entre agricultura y medio ambiente que se complementa con el hecho de que los arrozales se convirtieron en “marismas de sustitución” durante la sequía.