La arquitectura del miedo: los refugios de la Guerra Civil

En "Los Reporteros" les proponemos un recorrido por un capítulo de nuestra historia muy desconocido: los refugios antiaéreos de la Guerra Civil española en Andalucía.

Tras el fin del conflicto permanecieron cerrados y ocultos hasta principios del siglo XXI. Ahora ofrecen a sus visitantes una perspectiva diferente de nuestro pasado. Hemos visitado algunos de estos pasadizos en Almería y Guadix (Granada).

Sus oscuras galerías son testimonio del horror de una guerra. Fueron diseñadas y construidas para proteger la vida. Sus paredes guardan la memoria de la angustia y del miedo.

Durante los tres años que duró la Guerra Civil española, Almería sufrió 52 bombardeos por aire y por mar. En total cayeron 754 bombas. La población se protegió construyendo una red de refugios subterráneos. Hoy son parte del patrimonio y de la memoria de esta ciudad. Mientras caminamos por una de sus vías principales, nueve metros por debajo del nivel del suelo, acompañamos a un grupo de turistas que visitan esa otra Almería tantos años oculta.

Son los refugios abiertos al público más largos de Europa y los mejor conservados del continente, una gran obra de ingeniería de guerra. En 2013 fueron declarados Lugar de Memoria Democrática de Andalucía. Acompañados por un guía, podemos recorrer una de sus principales galerías. Rehabilitada y convertida en museo en 2007, es hoy el segundo monumento más visitado de la ciudad, tras la Alcazaba. 

Almería fue la última capital andaluza ocupada por las tropas rebeldes de Franco. Durante los tres años que duró la Guerra Civil, la ciudad estuvo sometida a intensos bombardeos. Su ubicación, abierta al mar, la convirtió en un objetivo fácil. Por primera vez, la población civil, fuera del frente de batalla, también estaba en el punto de mira. Un ensayo de lo que sería después la Segunda Guerra Mundial. La madrugada del 31 mayo de 1937 Almería sufrió uno de los ataques más sangrientos. Fue la represalia de Hitler, tras perder, bajo el fuego de la aviación republicana, uno de sus acorazados. El bombardeo de la marina alemana se quedó marcado en la memoria colectiva de los almerienses. Muchos salvaron la vida gracias a los refugios. 

Cuando terminó la guerra, estos pasadizos se abandonaron, convirtiéndose en refugio de personas sin hogar y en una especie de sumidero donde se vertían los desperdicios de la ciudad. En sus entradas se colocaron unos kioscos donde se vendía prensa, flores o refrescos. Aún hoy forman parte del mobiliario urbano de la ciudad, muchos sin uso. Bajo ellos, la Dictadura enterró el doloroso recuerdo de la guerra.

Muy cerca, en Roquetas de Mar, un profesor de Historia, Fran Martín, propuso hace más de una década a sus alumnos de Secundaria y Bachillerato recoger testimonios de los niños de la guerra. Grabaron a sus abuelos y recorrieron residencias de mayores para recuperar esa historia oral. Muchos mantenían vivo en su memoria el recuerdo de los refugios.

Su proyecto educativo fue reconocido en 2018 con el Premio Nacional de Acción Magistral.

También en Guadix (Granada) los refugios permiten conectar generaciones y despertar el interés de los más jóvenes por nuestra historia reciente. Grupos de alumnos visitan a lo largo del curso algunos de los refugios que se están recuperando en la ciudad.

Guadix era un importante nudo de comunicaciones ferroviarias y, en consecuencia, se convirtió en objetivo de la aviación rebelde. 

Desde el campanario de la catedral de Guadix sonaba una de las sirenas alertando a la población de los ataques aéreos. El refugio más grande fue construido por el sindicato de ferroviarios y es uno de los 16 que se han podido localizar y recuperar hasta el momento. Guadix fue una de las ciudades de sureste andaluz que más refugios antiaéreos construyó, pero documentarlos ha sido difícil.