Las organizaciones agrarias dicen que está en juego la supervivencia de la agricultura tradicional y familiar.
Los fondos de inversión y las grandes fortunas han cambiado el ladrillo por el campo. Están comprando fincas rústicas apostando por el sector agroalimentario, como activo estable y rentable. Las organizaciones agrarias dicen que está en juego la supervivencia de la agricultura tradicional y familiar.
Las fincas rústicas se han convertido en bien preciado para inversores, ante un sector agroalimentario esencial y en alza. Un campo mecanizado y digitalizado donde las inversiones son muy rentables, como explica José Luis Jimeno, consultor inmobiliario: "Buscan fincas muy grandes, de 200 hectáreas, que estén bien comunicadas o cerca de autovías y con agua".
Cultivos superintersivos de frutales, almendros, aguacates y olivar, son los preferidos por estos grandes fondos de inversión, dice Ramón García, secretario provincial de Coag-Sevilla: "Vienen con mucho dinero y fortaleza para hacer inversiones. El agricultor local no puede hacerles frente a esta inversiones". La tierra como producto de inversión y cultivos, que, además, cuentan con importantes ayudas públicas. Advierten que esto provoca que "la economía se deslocaliza" y la riqueza se deriva a otros territorios.
Lo resume este dato: el 42% del valor de la producción está en manos de un 7% de grandes empresas.