Inundados de plásticos

El plástico es probablemente el material más utilizado en nuestro planeta. Al descomponerse en pequeñas partículas, termina formando parte de los alimentos, el agua e incluso del aire que respiramos. Reducir su utilización para proteger nuestro medioambiente y nuestra salud choca con los intereses económicos de las empresas que necesitan el plástico para su actividad.

En "Los Reporteros" hablamos hoy de un material muy útil, pero que tiene también una cara b, que afecta al medioambiente y también a nuestra salud. Una cara en parte invisible, por estar en el fondo del mar. Más de ocho millones de toneladas de plástico cada año acaban en nuestros océanos.

Es barato de producir y tiene muchos beneficios, se ha convertido en imprescindible para sectores tan dispares como los envases o los cultivos de invernadero.

Solo hace siete décadas que el plástico empezó a comercializarse. Ahora nos invade. Está en nuestra pasta de dientes, muebles, nevera, aparatos tecnológicos, en nuestra ropa o nuestros coches. De un uso necesario pasamos a un uso excesivo. 

Expertos como el médico y catedrático de Radiología de la Universidad de Granada Nicolás Olea llevan años advirtiendo de que la exposición masiva a los plásticos y sus derivados va a traer nuevas enfermedades, nuevos problemas sanitarios que ya hemos empezado a ver.  

Algunos auguran que habrá más plásticos que peces, los más optimistas confían en estar a tiempo de frenar este desastre. La realidad es que no llegamos a reciclar ni la tercera parte de los plásticos que producimos. 

El Instituto de Investigación Marina de la Universidad de Cádiz es uno de los centros que en todo el mundo analizan la presencia creciente en el mar de plásticos y de los aditivos que los envuelven, también muy contaminantes. Otro de los problemas que encuentran sus técnicos es que la mayoría de las depuradoras no son capaces de filtrar los plásticos más diminutos. 

El plástico que vertemos al mar y el que contamina nuestro suelos se degrada, se descompone en micropartículas que pueden acabar en nuestro organismo. Los microplásticos están presentes en muchos alimentos, en el agua que bebemos y el aire que respiramos. Pueden afectar nuestro a sistema hormonal y poner en riesgo nuestra salud.

Cada vez más estudios demuestran la transferencia del plástico al alimento o a la bebida que lo contienen. Cuanto más calentemos ese plástico o más tiempo lo usemos más riesgos asumiremos.
 
Frente a los peligros advertidos por la ciencia, la poderosa industria química defiende la legalidad.

Solo el 6 % del plástico que se fabrica nuevo es reciclado.  A menudo resulta más barato producir que reciclar. Mayor respeto por nuestro entorno. Quizás sea el punto de partida.