El ultraderechista de Libertad Avanza confirma el vuelco político en Argentina. Se impone en la segunda vuelta al peronista Sergio Massa y será presidente. Milei abre una etapa incierta con sus recetas ultraliberales. Asumirá el cargo el 10 de diciembre.
El ultraderechista Javier Milei, de La Libertad Avanza, ha ganado este domingo las elecciones presidenciales de Argentina al imponerse a su rival, el candidato peronista y ministro de Economía Sergio Massa.
Milei será el presidente de Argentina a partir del 10 de diciembre, al haber recibido el 55,95 por ciento de los votos frente al 44 por ciento que ha obtenido Massa, que antes de que se publicaran los resultados de los comicios ha llamado al libertario para "felicitarle y desearle suerte, porque es el presidente que la mayoría de argentinos eligió para los próximos cuatro años".
"Lo más importante que hay que dejarles a los argentinos es el mensaje de la convivencia, el diálogo y la paz ante tanta violencia y descalificación, es el mejor camino que podemos recorrer", ha manifestado. "Había dos caminos, nosotros optamos por el sistema de seguridad en manos del Estado, defendimos el camino de la defensa de la educación y la salud pública como valores centrales, a nuestras PYMES, que es la mejor forma de construir prosperidad, movilización social ascendente y progreso para nuestras nación", ha expresado.
La participación ha sido del 76,37 por ciento, cifra superior a la primera vuelta de los comicios, celebrada el pasado 22 de octubre. En Argentina, el voto es obligatorio, salvo excepciones contempladas por la ley y que debe en cualquier caso justificar el elector. No acudir implica multa y, en caso de impago, la inhabilitación para realizar gestiones ante los organismos oficiales durante todo un año.
Abanderado de los denominados libertarios, Milei ha centrado la campaña en señalar a la política tradicional y a su clase dirigente, a la que define como casta, como principal responsables de los males Argentina. Sin embargo, el apoyo de Bullrich (que le ha felicitado "de corazón" y ha aseverado que "comienza una nueva Argentina) provocó que rebajase el tono.
En materia social Milei no deja espacio a la duda y ya ha dejado claro, a veces con más histrionismo del que se le presupone a un líder político, que si de él dependiera reduciría el papel del Estado hasta el punto de justificar votar en contra de una ley que detecta cardiopatías congénitas en los bebés antes de nacer porque supondría más gasto público.
"Yo soy liberal libertario, filosóficamente, soy anarquista de mercado", dijo en una ocasión. Se ha mostrado contrario al aborto, incluso si el embarazo viene de una violación, pero sí le parece buena idea crear un mercado para promover la compraventa de órganos. Defiende dolarizar la economía y ha cuestionado la cifra oficial de 30.000 desaparecidos durante la última dictadura.
Una de sus últimas polémicas ha sido su defensa durante el debate del domingo de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, por quien siempre ha sentido una gran afinidad y a quien calificó de "gran líder", lo que ha provocado el rechazo, por ejemplo, de colectivos de veteranos de la guerra de las Malvinas.
Por su parte, Massa ha estado lidiando con la paradoja que supone ser responsable de las finanzas de un país que pasa por uno de sus peores momentos económicos y candidato de la fuerza que aspira a estar otros cuatro años en el poder, apelando de nuevo de manera particular a la clase trabajadora, sector al que acude tradicionalmente el peronismo para lograr conseguir votos.
DISCURSO DE MILEI
El presidente electo, Javier Milei, auguró este domingo que "hoy comienza el fin de la decadencia argentina", al pronunciar su primer discurso tras los comicios, y avisó de que "no hay vuelta atrás".
"Basta del modelo empobrecedor de la casta, hoy volvemos a abrazar las ideas de la libertad para ser una potencia mundial", prometió el líder de La Libertad Avanza (ultraderecha).
Milei, de traje y corbata oscuros, dio su discurso solo sobre el escenario frente a un "búnker" electoral abarrotado de simpatizantes que le gritaban "¡Peluca presidente!" (por su corte de cabello) y "Libertad, libertad". Milei había presentado en el estrado por su inseparable hermana, Karina Milei, con quien se fundió en un abrazo, ambos evidentemente emocionados.
El economista ultraliberal señaló que, de su mano, Argentina volverá a "retomar el camino" que no debió abandonar por el "modelo empobrecedor del Estado omnipresente" que sólo beneficia a algunos y que deriva en un "botín" para repartirse entre los políticos y sus amigos.
"Hoy volvemos a abrazar las ideas de la libertad", dijo. Y en referencia a los padres fundadores del país, aludió a tres premisas: un gobierno que "cumple a rajatabla" con los compromisos que ha tomado, la "propiedad privada" y el "comercio libre".
Y avisó al mundo de que su "compromiso" es con "la democracia, el comercio libre y con la paz" y que trabajará "codo a codo con todas las naciones del mundo libre".
Milei definió como "monumentales" los problemas que Argentina tiene por delante" y se lamentó de que la sociedad "ha sido abandonada" por la clase política en las últimas décadas.
El presidente electo también advirtió a los argentinos de que "los cambios" que el país necesita "son drásticos".
"No hay lugar para el gradualismo, no hay lugar para la tibieza, no hay lugar para las medias tintas", anticipó. "Si no avanzamos rápido con los cambios estructurales que la Argentina necesita -dijo-, nos dirigimos derecho a la peor crisis de nuestra historia".
Pero a diferencia de lo que proclamaba en campaña, esta noche Milei no aludió a su propuesta de dolarización, ni de destruir el Banco Central ni de "pasar una motosierra" por el gasto público.
Líder de una fuerza nueva, Javier Milei invitó esta noche a dirigentes políticos de otros espacios que quieran sumarse al cambio que Argentina necesita, no importa dónde hayan estado antes ni las diferencias. "Serán bienvenidos", aseguró.
Pero reconoció que habrá gente "que se va a resistir", porque quiere "mantener el sistema de privilegios".
A ellos les dijo: "Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada", porque "en esta nueva Argentina no hay lugar para los violentos, para los que violan la ley, para los que usan la fuerza para mantener sus privilegios".