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Es una de las herramientas más usadas en todos los niveles, laboral, personal, colegio en esta era marcada por las redes sociales...
¿Pero cómo afecta a nuestra calidad de vida la atención que nos exigen y los conflictos que se generan en ellos?
Tengamos en cuenta que la mayoría de los que integran los grupos no son nuestros amigos, sino que la mayoría son contactos.
¿Podemos procesar bien esa ambigüedad? ¿Hemos dado el cambiazo de forma inconsciente al utilizar las redes sociales y estamos dejando a un lado las relaciones personales con la gente que nos importa?
Tenemos dos variables adictivas a considerar a la hora de que nos guste formar parte de uno de esos grupos: El poder comunicarnos con varias personas a la vez y el sentirnos parte de un grupo, sin perder de vista el contexto de que se producen a nivel virtual; algunos estudios han establecido la relación directa entre la tristeza y el uso de la tecnología.
Pasar tanto tiempo mandando mensajes o pendientes de lo que sucede en un grupo podrían ser factores a considerar para entender por qué no somos felices como nos gustaría. Por otro lado vivir de la ilusión de tener compañía sin las exigencias que acarrea una amistad real...
Con la tecnología 'ya no hace falta' ver a nadie, y se puede dar un aislamiento social que podría traer serias consecuencias para nuestro autoestima. Luego está esa sensación de guerra en un grupo que se da por causa de malos entendidos y diferencia de opiniones y que va a afectar nuestras realidades…
Creemos, que una trifulca en WhatsApp va a traer alguna clase de consecuencia en la realidad. Y estando fuera de un contexto real nos podemos llegar a transformar en energúmenos virtuales. Ese efecto se cancela en cuanto nos trasladamos a la realidad. El hecho de estar indignado no te da la razón y está la creencia –falsa– de que lo que “se grita” en WhatsApp va a cambiar en algo la realidad. Y no es así. Las cosas cambian cuando actuamos, cuando intervenimos, cuando nos comprometemos, no cuando chateamos.
Fíjate en cuántos participantes que generan mal rollo en los grupos de WhatsApp y verás que son muy pocos y siempre los mismos. El resto esquiva y tolera como puede o lo ve como algo divertido o, con mayor frecuencia, ni siquiera le presta atención. Te dejamos algunas recomendaciones para “sobrevivir” emocionalmente a los grupos de WhatsApp:
- Respetar al otro, incluso aunque el otro no te respete a ti… (Cuestión de educación).
- Párate antes de responder los agravios con agravios.
- Ten en cuenta que no todo lo que se dice en un grupo es verdad, y si tú vas a decir algo, verificá que sea cierto; todos somos responsables de eso ahora.
- Tu indignación no garantiza que estés en lo cierto.
- Las opiniones son opiniones, nada más.
- El tono de lo que el otro dice no lo conoces y no se puede asegurar si su intención rozaba lo agresivo, irónico o sarcástico.
- No uses el grupo para decir algo que no dirías cara a cara.
- No te preocupes tanto; en general, lo que ocurre en WhatsApp se queda en WhatsApp.
Y que conste que hay más Vida fuera de los grupos de WhatsApp.