Una de sus conjeturas más conocidas versaba sobre el tamaño de la frente, estando convencido de que cuánto más ancha fuese ésta más inteligente era el individuo. Según sus seguidores, cuánto más pequeña fuera la frente, menos inteligente la persona. Por tanto, si era tan pequeña como el ancho de dos dedos, poca inteligencia albergaba.