La pitaya es un cultivo en expansión. A punto de finalizar la campaña, viajamos a Huelva, donde han creado la primera cooperativa hispano lusa para impulsar la producción y el consumo de esta fruta tropical.
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El cultivo de pitaya siguen ganando terreno en Andalucía. La alta rentabilidad y la creciente demanda de esta fruta tropical en el mercado nacional y europeo han disparado su producción.
En la provincia de Huelva el sector de los frutos rojos ha encontrado en esta planta una oportunidad para mantener activas las explotaciones todo el año. En el Cortijo de Valdemaría, situado en el municipio de Moguer, Alberto Garrocho y sus hijos cultivan tres pequeñas parcelas. Hoy se recolecta la fruta polinizada hace 40 días.
Se trata de un cultivo poco exigente que se adapta bien a las condiciones climáticas de algunas zonas de nuestra Comunidad y que requiere poca agua.
En la actualidad la producción en Andalucía se concentra en pequeñas parcelas de Almería, Málaga, Cádiz, Sevilla y Huelva. Sólo en esta última provincia hay ya plantadas 15 hectáreas distribuidas en Lucena del Puerto, Almonte, Moguer, Palos de la Frontera, San Bartolomé de la Torre, Cartaya y Lepe.
Para impulsar su producción, un grupo de agricultores ha constituido la Cooperativa Pitaya de Andalucía, integrada por socios andaluces, extremeños e incluso portugueses, con sede en Palos de la Frontera.
La flor de la pitaya puede llegar a medir 30 centímetros y se abren una sola vez en horas nocturnas. Aunque en su hábitat natural, América Central y México, los polinizadores son los murciélagos o las mariposas nocturnas, en Andalucía la polinización es cruzada y manual.
Gracias a sus propiedades y valor nutricional, la presencia de esta llamativa fruta es cada vez más habitual en los mercados andaluces. Según la variedad, las hay de piel color rosa fucsia y amarilla con pulpa roja y blanca. Repleta de pequeñas semillas, es un fruta con un sabor ligeramente dulce y un toque ácido que cada día gusta más al consumidor.