La sociedad ha sacado tarjeta roja a un comportamiento que ensombreció la histórica victoria de la selección femenina en el Mundial.
Lo analizamos en Los Reporteros.
Veinte días después del beso robado a Jenni Hermoso, Luis Rubiales dimite como presidente de la Federación de fútbol. A él le ha consumido su propio personaje. El caso empaña la victoria de la selección femenina en el Mundial y ha abierto el debate sobre la igualdad en el fútbol. Tras dimitir el pasado lunes por el beso a Jenni Hermoso, el expresidente de la Federación Española de Fútbol declaró este viernes como imputado en la Audiencia Nacional. La actitud de Rubiales ha abierto un profundo debate sobre el consentimiento sexual, el machismo, el abuso de poder o la discriminación de la mujer en el deporte. La sociedad ha sacado tarjeta roja a un comportamiento que ensombreció la histórica victoria de la selección femenina en el Mundial. Lo analizamos en Los Reporteros.
Las 23 jugadoras de la selección femenina de fútbol española son las mejores del mundo. A pesar de haber recibido la mitad de lo que habrían ganado los jugadores por ser campeones, de tener menos patrocinadores y espectadores. O de llevar media vida buscando su sitio en un deporte... de hombres.
Finalmente, tras quince días de silencio, Jennifer Hermoso denuncia el caso ante la Fiscalía General del Estado. Este viernes la Audiencia Nacional llamaba a declarar a Luis Rubiales, por su presunto delito de agresión sexual y coacciones. Aunque lo más contundente ha sido el clamor social que ha trascendido nuestras fronteras. Un clamor que contrasta con el silencio o la tibia y tardía respuesta del fútbol profesional masculino.
Miguel Galán fue el primero en denunciar ante el Consejo Superior de Deportes el beso robado a Jenni Hermoso. Acumula querellas contra Rubiales y la Federación, que impulsaron la caída del anterior presidente Ángel María Villar. Galán, preside el Centro nacional de Formación de Entrenadores, denuncia la supuesta corrupción de una Federación que, asegura, niega a sus alumnos la licencia UEFA PRO para trabajar en el extranjero. Es uno de los protagonistas de una guerra donde se enfrentan otros intereses. Juan Rubiales, tío del presidente ataca, tras su destitución, a su sobrino, le tacha de ambicioso y machista.
El caso Rubiales ha puesto en el terreno de juego debates éticos y jurídicos en el mundo del fútbol. Por ejemplo la falta de transparencia o la poca representatividad de las mujeres, sólo un tres por ciento está al frente de federaciones y clubes. ¿Quizá podría ser éste... el Mundial del Cambio? José Luis Pérez Triviño es experto en Derecho del Deporte. Jurista, nacido en Cádiz, era uno de los tres miembros de la comisión ética que impulsó el propio Rubiales con un supuesto ánimo de regeneración. Quince meses después, el comité, en bloque, dimitió. "Decidimos abrir expedientes y la respuesta fue que esto no podía llevarse a cabo", dice.
La falta de control interno y externo de la Federación hace casi imposible sancionar o destituir a cargos, como Rubiales. La nueva Ley del Deporte de 2022 nació para impulsar más control y paridad. Pero su falta de desarrollo reglamentario ha evitado que el Tribunal Administrativo del Deporte juzgue como falta muy grave los actos de Rubiales, impidiendo así su inhabilitación por el Consejo Superior de Deportes. Aplicando la ley anterior de 1990, solo aprecia falta grave por comportamiento indecoroso.
Este escándalo ha golpeado al fútbol profesional, que se siente perseguido por la sombra de Rubiales. Nos recuerdan, con razón, que ya es hora de hablar de las campeonas.
El escándalo Rubiales puede ser, también, una oportunidad. Aunque La Liga profesional femenina sólo tiene un año de vida, hay quienes llevan toda la vida jugando.