No
debe de pensarse que este acontecimiento histórico ocurrió
espontáneamente. Muy al contrario, tiene sus antecedentes
en innumerables hechos de la vida cotidiana alemana, así
como de la política internacional.
Debe señalarse, en primer lugar, que en la Alemania Democrática
las organizaciones de oposición como el Partido Socialdemócrata
se fortalecían a ritmo acelerado, tanto por el creciente
número de sus simpatizantes, como por su habilidad para hacer
oír su voz en todos los ámbitos del país, esto
significaba una activa participación política de los
ciudadanos y, por tanto, constantes demandas de cambios democráticos
a los que el gobierno ya no podía hacer oídos sordos.
Así
en los primeros días de Noviembre de 1989 ocurrieron manifestaciones
masivas y pacificas en ciudades como Berlín del Este,
Leipzig, Dresden y Halle en que miles de alemanes alzaron su voz
para exigir la dimisión de todo el gabinete en el poder así
como la celebración de elecciones libres y otras reformas.
Por
otra parte, los intentos de huir de la República Democrática
Alemana, se habían incrementado a un ritmo vertiginoso. Sólo
unos meses antes de la caída del muro, en febrero de 1989,
un joven de 20 años, Chris Gueffroy, murió en el intento.
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