La diplomacia internacional está pendiente de la complicada situación en Kabul, mientras que Rusia y China vigilan sus intereses en la zona. El liderazgo de Estados Unidos ha pasado a ser cuestionado.
Un billón de dólares se calcula que ha despilfarrado Estados Unidos en su guerra más larga: la de Afganistán que, al final, ha vuelto a caer en manos de los talibanes. Y mientras el mundo retransmite lo que está pasando, nos preguntamos qué va a ocurrir ahora entre los países de su entorno y con intereses en la zona.
La toma de Kabul en un mes ha caído como una bomba y a comparativa con Vietnam ha sido inevitable. Pero en aquella ocasión en 1975 se logró contener cualquier efecto dominó porque a pesar de la derrota, Estados Unidos era la potencia indiscutible.
Ahora, esta crisis de autoridad de Estados Unidos llega con Turquía y la irreductible Irán pujando por liderar la zona. Todos tienen intereses. Teherán podría dar vida a las limitaciones de su acuerdo nuclear pero la religión pesa mucho y son chiíes que se han considerados maltratados por los talibanes.
China comparte frontera con Afganistán y ha mantenido abiertamente en los últimos meses reuniones con líderes talibanes.
Rusia mantiene una preocupación histórica sobre el extremismo afgano que afecta a sus poblaciones musulmanas. Y en medio está Pakistán, el país con más musulmanes del mundo que sigue con su histórica política de apoyo y protección encubierto.
Los países del Golfo mantienen su vis diplomática. Qatar ha sido sede de las fallidas conversaciones de paz y Arabia Saudí, no le interesa socavar sus intereses con Washington pero tampoco perder sus vínculos históricos particulares con los talibanes.
Para los países árabes moderados como Egipto y Jordania no son buenas noticias. Y en Irak y Siria con presencia miliar estadounidense la situación es inquietante.
Y por último Israel, que estará calculando las implicaciones del revés sufrido por su principal aliado. Todo va a depender de cómo actúen ahora los talibanes, sus leyes islámicas para sus habitantes y su política terrorista antioccidental.
Con quién se coloque cada país configurará un tablero de dominio internacional de total incertidumbre. No deberían pasar 40 años como en Vietnam para reflexionar sobre esta dolorosa experiencia de Afganistán.