Séptimio Andrés es el farero, que vive y trabaja en esta imponente construcción, fundamental para guiar a los barcos en la entrada del Guadalquivir.
Los faros llevan orientando a navegantes más de 22 siglos y las nuevas tecnologías no los desbancan, aunque sí hacen más fácil y cómodo un oficio ligado a la noche y a los astros. Hemos estado en el más alto de España que orienta a barcos y aviones. Está en Andalucía, en la provincia de Cádiz. Es el faro de Chipiona. Puede prestar servicio a más de 200 embarcaciones en una jornada.
Dede el año I a.c un faro ilumina a los navegantes la entrada al Guadalquivir desde este punto de la costa andaluza. El faro actual, hecho de conchas y arena, de piedra ostionera, una técnica de construcción muy gaditana, tiene casi 160 años de historia.
Lo conoce bien su farero, Séptimo Andrés, que vive y trabaja en el faro. El oficio le viene de familia. Hace casi tres décadas subía y bajaba varias veces cada jornada los 322 escalones que conducen a la linterna, hasta que llegó la automatización un poco antes del año 2000.
El faro, que depende de la Autoridad Portuaria de Sevilla, orienta y triangula la navegación de tres o cuatro grandes mercantes cada jornada y también a los barcos pesqueros de la zona. Esperan a que llegue la pleamar para poder remontar el río.
Es un faro pero también un museo que visitan 200 personas cada semana y con lista de espera.