La fotógrafa granadina ha recorrido algunos pueblos andaluces para documentar la pandemia en esta 'Fase de Transición'
Recuerda lo que le hizo amar el arte: fueron la escultura del beso de Rodin y el Teatro de Federico García Lorca
“Si tuviera que resumir en dos o tres palabras qué es para mí el arte diría: emoción y la oportunidad de ser mejor persona"
canalsur.es le acerca las reflexiones de artistas andaluces o que viven en Andalucía sobre cómo afecta la covid-19 al mundo de la cultura y al proceso creativo
Susana Girón, nacida en Huéscar, Granada (1975) es fotógrafa especializada en el género documental. Trabaja para numerosos medios de comunicación, normalmente para publicaciones de prensa tanto nacional como internacional. Le interesan especialmente los temas humanitarios y relacionados con nuestra memoria, con nuestra cultura.
DOCUMENTAR LO COTIDIANO
Le gusta detenerse en los aspectos más cotidianos de nuestro entorno cercano. Redescubrir los más extraordinarios que muchas veces pasan desapercibidos porque estamos acostumbrados a ellos. Considera y reivindica el valor de lo cotidiano como algo completamente trascendente.
Profesionalmente ha tenido la “gran suerte” de seguir trabajando durante la pandemia. Documenta cómo está afectando esta crisis, sobre todo en las provincias de Huelva, Sevilla y Granada.
PASIÓN (PERSONAL+TRABAJO)
Personalmente, dice, ha sido una etapa dura en el sentido de tener que renunciar de algún modo al contacto directo con los suyos: familia y amigos. “He echado de menos los momentos de relación social, los abrazos, los planes con tu gente”.
Cree que se refugió más en el trabajo para suplir esta parte tan imprescindible del contacto con las personas. “Mi trabajo como fotógrafa me apasiona, eso es una ventaja y un lujo, pero además de fotógrafa, soy hija, hermana, amiga… y extrañaba mucho serlo a través de una pantalla o un teléfono”.
“A veces casi prefiero no llamar. El aislamiento te provoca cambios de humor; a veces paso de la apatía a la vorágine de ideas en un rato”.
En su caso, lo profesional y personal van de la mano, porque su relación con la fotografía es completamente vital, vocacional, “entre las dos se afectan mutuamente”.
SIEMPRE LA INCERTIDUMBRE
Lo que más le inquieta es la incertidumbre, no tener un plazo de cuándo va a pasar esto, qué proyectos va a tener que cancelar del todo… “Tenía una exposición cerrada con la Embajada de España en Sidney, Australia, dentro del festival fotográfico más importante del país… un sueño. Se inauguraba el día 3 de mayo y de momento se ha pospuesto a noviembre, pero sin la certeza que se realice”.
El 21 de mayo tenía cerrada la presentación de un proyecto editorial que he realizado con la bailaora de flamenco María Moreno, en el que “hemos trabajado duro los últimos dos años”. El libro está en la imprenta, pero se han cancelado todos los actos de presentación.
“Los creadores vivimos de nuestro trabajo, y no me refiero estrictamente en el sentido económico. Es algo mucho más importante: es el aspecto emocional”. No puede imaginar su vida sin enamorarse de las historias que decide contar, el proceso creador que hay detrás, las vivencias... “Todo eso es muy importante para mí… y ahora solo hay la certeza del presente".
Para esta fotógrafa, la cultura siempre es refugio. Pero en este momento se ha refugiado más en el trabajo de documentar esta crisis sanitaria y social, porque es un momento “tan inédito y extraordinario que estoy volcando ahí toda mi energía”.
MÁS QUE UN BESO
Recuerda lo que le hizo amar el arte. Fue la escultura del beso de Rodin. “Tengo muy claro este recuerdo. Fue sin duda el primero. Yo era muy niña, no sé si tendría más de 6 o 7 años y recuerdo que llegó a mis manos un libro del escultor. Me quedé prendada de aquella imagen, no podía parar de mirarla. Recuerdo que incluso me fui a una tienda donde vendían láminas en Madrid para comprar un póster de esta pieza".
En su primera visita a París, años más tarde, visito el Museo Rodin y también lo recuerda como un momento trascendental en su vida. Es de las obras que más le han impresionado.
También tiene otro momento clave en su relación con el arte. Fue descubrir el teatro de Federico García Lorca. La primera obra que vio de él fue “La zapatera prodigiosa” interpretada por Natalia Dicenta y el Ballet Flamenco de Andalucía. Salió de aquel teatro de Madrid vibrando, tenía 18 años más o menos. Al poco tiempo se había leído todos sus libros de poesía y teatro, su biografía. A través de él descubrió y empezó a valorar el flamenco, la copla, las canciones populares antiguas y la poesía.
“Quizá porque todo aquel mundo lorquiano me conectaba con mi infancia en mi pueblo de Huéscar, en Granada, con las historias que me contaba mi madre sobre ella o mi abuela. Siempre han sido cosas que me han fascinado desde pequeña. Y todavía lo hacen”.
"EL ARTE SACA LO MEJOR DE MÍ"
Para ella, arte es aquello que cuando escucha, ve, toca le provoca sentimientos, emoción, de un modo irracional a veces.
El resultado de este encuentro es que saca lo mejor de ella. “Mientras admiro una obra que me emociona, salen paralelamente las ganas de hacer las cosas mejor, de trabajar más, de inspirarte, de aprender, de compartirlo, vas a un estado en que todo fluye y sale fácil”.
“Si tuviera que resumir en dos o tres palabras qué es para mí el arte diría: emoción y la oportunidad de ser mejor persona".
Cuando es ella la que admira una obra de alguien, es justo esa capacidad de admirar la que le regala esas emociones. Y cuando está en el otro lado y es ella la parte creadora, se siente viva, útil, su vida tiene sentido. “Estar creando cosas es estar vivo, es permanecer joven, es tener curiosidad, entrega, energía positiva”.
Del proceso de crear siempre le ha interesado mucho más el proceso en sí que los resultados. Le mueven las motivaciones de un proyecto; no los logros, los éxitos o las expectativas que puedan venir o no después. “Lo que me interesa es recorrer y disfrutar del camino y del trayecto”.
Cree que el arte y la cultura no están valorados como debieran, aunque esto varía también según las disciplinas artísticas. En concreto, la fotografía -dice- es como la “hermana pobre” si se la compara con el cine, la pintura o la literatura. Quizá por el componente popular o universal de la fotografía. “Todos hacemos cientos de fotos al día y el acceso a las cámaras, ahora más si cabe con los teléfonos móviles, puede dar la falsa apariencia de que una foto la hace cualquiera. El resultado es que como disciplina artística se valore poco socialmente”.
CRECER, CREAR, CREER
Educar en la sensibilidad hacia las disciplinas artísticas es primordial para Susana Girón. "Se ama y se respeta lo que se conoce porque cuando uno conoce, aprecia matices". No sabe si en los colegios sobran horas de matemáticas o ciencias, pero sí cree que falta educación para la cultura o el arte.
Esos espacios necesitan llenarse de personas inquietas por consumir cultura. "Necesitamos público en los teatros, visitantes en las exposiciones, libros nuevos en las librerías, y un largo etc...".
Añade que, normalmente, la capacidad de crear se sustenta en que los autores creen en lo que hacen. Crear y creer van de la mano y eso les ha llevado a subsanar muchas precariedades del sector. "Pero ahora también necesitamos que se crea en nuestro trabajo desde el otro lado para seguir creando y creyendo”.
La situación es complicada. Comenta que tiene dificultades para encontrar publicaciones para su trabajo. Los medios de comunicación, que han perdido publicidad, han visto drásticamente reducidos sus presupuestos y -por consiguiente- sus contenidos también han tenido que adaptarse a presupuestos más bajos. “La sensación que tengo es que me toca trabajar el doble o triple de tiempo para mantener los ingresos”.
También ha cambiado su forma de trabajar; ahora realiza proyectos colectivos para aunar fuerzas y aumentar tanto la calidad como la repercusión y los réditos de su obra.
MÁS SOBRE LA ARTISTA