En Carmona, Sevilla, se puede disfrutar de un atardecer único rodeado del olor y del color de un campo de lavanda.
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En medio de la campiña sevillana encontramos una imagen inusual por estas latitudes. Una plantación de lavanda. El color, el aroma y el zumbido de las abejas nos transportan a otro mundo de calma y tranquilidad, donde ni siquiera los insectos nos preocupan.
Andrés, el propietario de la finca, tuvo la idea de cultivar esta planta después de una visita a Castilla La Mancha. Pero en Andalucía el cultivo es más difícil porque la tierra suele ser más árida y seca. La variedad se llama 'lavandín grosso' y necesita unos cuidados específicos de agua y luz.
En la finca hacen visitas guiadas para todo tipo de público. Lo primero es un bosque de aloe y eucalipto limón, una especie de hojas fragantes, con propiedades antisépticas y que ahuyenta los mosquitos. Después los visitantes pueden disfrutar de un recorrido por plantas aromáticas como lavanda, romero o salvia. Un paseo sensitivo para relajarse a través de los aromas.
Después llegan a un laberinto diseñado a semejanza del que existe en el suelo de la catedral francesa de Chartres. Finalmente, cuando el atardecer se acerca, los visitantes llegan a la plantación de lavanda. Hoy incluso hay una pareja haciéndose fotos. El fotógrafo les propuso este lugar por las posibilidades de la luz y del color.
Es el momento de hacer fotos, de oler el perfume y sobre todo de relajarse y disfrutar. Espino ha repetido, es la segunda vez que viene. En la puesta de sol, el color y el aroma de la lavanda parece reflejarse en un cielo que estalla en naranja. Una forma inmejorable de terminar el día.