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En la serranía de Ronda, algunos campos de trigo son diferentes a los demás. Las espigas son más altas y de un color más oscuro. Son variedades antiguas, como esta de Kamut.
Olmo y Francisco forman parte de un grupo de agricultores que se ha propuesto recuperar trigos primitivos y variedades locales. Detrás hay una labor minuciosa de búsqueda de semillas por los pueblos y de paciente reproducción para poder comercializarlas.
Olmo se dedicó a ello en Cuevas del Becerro después de volver de Alemania. Tienen grano como trigo recio de Ronda, escaña andaluza, raspinegro de Jubrique o blando de Coín.
Cincuenta variedades y unas siete ya comercializadas. Algunas aún en muy poca cantidad, que van multiplicando año a año, como hace Leticia en Arcos de la Frontera. Son trigos muy adaptados al entorno, con mucha resistencia a la sequía y con una dominancia importante sobre otras hierbas.
Eso hace que tengan unos costes de producción bastantes bajos y que sean más rentables que el trigo convencional.
También facilita el cultivo en ecológico y ayuda a respetar toda la biodiversidad del entorno. Además, son variedades que están muy adaptadas a la seguía y las lluvias erráticas en Andalucía. Manuel también las está utilizando cerca de los Alcornocales.
Pero estos agricultores, además, cuando se unieron al proyecto buscaban autonomía y soberanía alimentaria. El paso siguiente es hacer su propia harina y su propio pan, reactivando además la economía de la zona. Rafael, panadero de Cuevas del Becerro, se apuntó al proyecto y nos explica las propiedades de esta harina. Es un pan que tarda más en subir, pero que da más satisfacciones.
También dura más tiempo. Y cada vez tiene más demanda. Al inicio del proyecto, los agricultores crearon un grupo de consumo para asegurar una producción fija.
Pero la demanda se disparó y ya tienen grupos en varios pueblos de la zona. Todos huían de los altos niveles de gluten de las harinas comerciales, introducido para que la masa suba más rápido. De momento, el balance del proyecto es positivo, tanto a nivel económico como personal. Dueños de sus semillas y de su propio trabajo. Una sensación que no es frecuente en el campo y que estos agricultores quieren recuperar para garantizar su futuro.