En Los Reporteros les mostramos cómo trabajan los profesionales que buscan respuestas en las huellas, a veces casi invisibles, que deja un crimen.
La ciencia forense se enfrenta, de forma anónima y constante, a investigaciones complejas.
En este verano que termina, uno de los temas de actualidad ha sido la investigación del asesinato en Tailandia de un médico colombiano a manos, según propia confesión, de un joven cocinero español, hijo del actor Rodolfo Sancho. Más allá de los casos que acaparan portadas, la ciencia forense se enfrenta, de forma anónima y constante, a investigaciones complejas. Intentar delimitar las circunstancias de un fallecimiento es imprescindible para evitar la impunidad.
En Los Reporteros les mostramos cómo trabajan los profesionales que buscan respuestas en las huellas, a veces casi invisibles, que deja un crimen.
Su trabajo comienza en la escena del crimen, ante un cadáver o lo que fue de él. Ya sean policías o científicos, se trata de profesionales acostumbrados a trabajar con la muerte, a toparse con imágenes cruentas, en las antípodas de esa fascinación con la que tiñen los homicidios las series de televisión o la novela negra. Investigadores de diferentes ámbitos trabajan en equipo con un mismo fin: hacer justicia.
Policías y guardias civiles de los grupos de homicidio y de las unidades de investigación científica realizan una labor conjunta con los médicos y técnicos de los institutos de Medicina Legal de cada provincia.
Todos comparten datos relevantes para orientar pronto y bien la investigación, especialmente cuando hay dudas de si se trata o no de una muerte violenta, o cuando es complicado identificar a la víctima.
También el Instituto Nacional de Toxicología, con cuatro centros en España, colabora para esclarecer las circunstancias de cualquier muerte sospechosa.