En Andalucía apenas queda un millar y piden amparo al Defensor del Pueblo
Piden a las administraciones locales que no les pongan trabas para realizar su actividad
Pedro Luque lleva más de 35 años con el gusanillo de la la radio. Preside la plataforma cordobesa de radioaficionados y es una especie de Robinson en la isla de su domicilio, con una ventana abierta al mundo a través de la más moderna tecnología.
Desde el cómodo sillón de su cuarto establece conexión con los rincones más lejanos del planeta. Incluso con plataformas espaciales ha tenido la oportunidad de hablar. Forma parte del último reducto de unos radioaficionados que desde hace décadas fueron declarados de utilidad pública. Ahora sólo queda resistir tras toda una vida de pasión por las ondas.
Ellos quieren que su actividad esté protegida, que haya una normativa acorde a la particularidad de su afición. Allá por 2007 el ayuntamiento de Córdoba, entonces presidido por Rosa Aguilar, fijó una ordenanza que constriñe su actividad y que aún no ha sido modificada, por eso han pedido amparo al Defensor del Pueblo.