Hoy 13 de enero se cumple un año de la desaparición de un niño de dos años en el Cerro de la Corona en el pueblo malagueño de Totalán. Comenzaba así la historia del pequeño Julen y su rescate que tuvo con el alma en vilo a todos los españoles. En una jornada familiar de domingo, dejaron de ver al niño y en la búsqueda nadie podía creer que por un orificio muy pequeño, por donde un adulto no cabe, un agujero de búsqueda de agua, pudiera haber desaparecido Julen.
Se puso en marcha el dispositivo en el que se volcaron más de 300 personas, y que se convirtió en una colosal obra de ingeniería civil y humanitaria sin precedentes que movería 85.000 toneladas de tierra. Una operación de esperanza desesperada que se prolongó durante trece días, 288 horas de angustia, en las que nunca se abandonó la probabilidad de localizarlo con vida, que fueron retransmitidas -minuto a minuto- por centenares de medios de comunicación a todo el mundo.
Al principio del suceso comenzaron a correr sospechas e incertidumbres mezclando todo tipo de aventuradas hipótesis, no siempre caritativas ni con la familia, ni con los vecinos ni con el pueblo ni con la investigación. De pronto cambió todo y Julen se convirtió en el hijo de todos, como cuenta Ana López en el libro que escribió sobre esta aventura, y toda Andalucía y España fue solidaria con los padres del niño, con Totalán, con el ingeniero que ideó el rescate, con los mineros que vinieron de Asturias para bajar a las entrañas de la montaña de donde volverían como héroes. Crecía la expectación de un milagro porque Julen nos unió a todos en la fe y esperanza.
A veces, muchas veces, solo la tragedia es capaz de unirnos en la esperanza y en la capacidad para buscar dentro de nosotros lo mejor que tenemos. En el recuerdo del pequeño Julen, no permitamos que solo en las desgracias nos hagamos humanos.