Cuenta el propio Chano cómo cuando era niño y estaba sentado a la puerta de su casa, en el barrio gaditano de Astilleros, escuchaba la voz de la "Niña de los Peines" con una oreja y el piano de Thelonious Monk con la otra. Así, ya de joven creció con el corazón partío entre el flamenco y el jazz y de esa confrontación surgió convertido en pianista sui generis. Hablan de ese caminar tan suyo que le lleva a discurrir entre ambos géneros y ese algo que no es ni lo uno ni lo otro, sino otra cosa que le pertenece solo a él: "No diría que hago fusión sino mi música, así, sin etiquetas".
El mundo del jazz descubrió a Chano Domínguez pianista, compositor y muchas cosas más; alguien capaz de tocar a Monk como si fuera la Niña de los Peines y a Marta Valdés como si fuera una cantante de jazz. Desde entonces, su carrera es un continuo ir hacia delante, de sus primeros tríos a su septeto de "Mira cómo viene"/"oye cómo viene", el “New Flamenco Sound” o sus colaboraciones con Tito Alcedo, Martirio, Gerardo Núñez, Carmen Paris, Niño Josele, Paquito d'Rivera o Wynton Marsalis, para quien Chano es "un clásico en lo suyo, tanto como lo son Thelonious Monk o Bill Evans en el jazz".
En su nueva aparición dentro del Ciclo 1906, el gaditano va a tener junto a si a su fiel escudero Guillermo McGill, uruguayo, de Montevideo, apasionado por el jazz y el flamenco, con una extensa y variada discografía y Martín Leiton, contrabajista canario, joven, autodidacta y profesor de Fundamentos de Composición en el Taller de Músicos ESEM de Barcelona.