Elecciones y berrea

Casualidad ha sido que las elecciones vayan a coincidir con la berrea, que viene a ser en el campo lo que la campaña electoral en la ciudad, pero sin cuernas; cuernos sí que hay en la política y cornadas aún peores que las del hambre. En ambas justas habrá un descarte, ganará el mejor y se llevará la gloria, y en ambas contiendas los bramidos se escuchan a leguas del campo de batalla.

Entre venados cuando anochece y al amanecer, luego cesan; en la campaña electoral los bramidos no cesan, crecen a medida que se acerca la hora de la verdad y llega un momento en que es difícil captar el mensaje, reconocer la verdad entre tanto ruido de voces y encontronazos de egos revueltos. Otra diferencia es que los ciervos machos son los primeros en honrar al ganador, a su manera aman la vida y antes de ser destripados se retiran; mientras que tal como viene la campaña, en política hay que machacar al contrario.

Voltaire, exiliado entre Francia y Suiza, también berreaba a su manera y escribió que la política son personas sin escrúpulos para gobernar a gentes sin memoria. Conviene tener memoria de la humanidad, lo que viene a ser la cultura: el preservativo más saludable contra la rabia del fanatismo y la desinformación.