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El exmarido de Lucía Garrido, condenado a 24 años de cárcel

La sentencia del caso llega 15 años después de que la mujer apareciera muerta en su piscina y condena también al sicario que la mató a 22 años de prisión. 

Este ha sido el segundo juicio, ordenado por el TSJA después de que en 2019 cuatro personas, incluidos los dos condenados ahora, fueran absueltas por un jurado popular. 

CANAL SUR MEDIA 13 noviembre 2023

El exmarido de Lucía Garrido, hallada flotando, con golpes y un corte en la yugular en la piscina de su finca de Alhaurín de la Torre (Málaga) en 2008, ha sido condenado a 24 años de prisión como autor, en concepto de cooperador, de un delito de asesinato sobre su mujer y a 22 años el autor material del hecho.

Quince años después del crimen, el tribunal del jurado de la Audiencia Provincial malagueña ha emitido la sentencia que establece, además, que ambos deben indemnizar conjunta y solidariamente a cinco familiares de la víctima, en concepto de responsabilidad civil derivada del delito.

A la hija, 300.000 euros; a la madre, 100.000, y 50.000 a cada uno de otros tres familiares (el hermano y dos sobrinos hijos de una hermana que asumió el mayor peso en la protección y cuidado de la hija), según la resolución, contra la que cabe recurso de apelación ante la Sala de lo Civil y lo Penal del Tribunal Superior de Justicia. 

Se ha considerado respecto al exmarido la agravante de parentesco y en ambos casos la atenuante de dilaciones indebidas, mientras que los costes procesales deben pagar cada uno la mitad. La sentencia establece como hechos probados, conforme al veredicto del jurado, que el exmarido fue dueño de la "Finca Los Naranjos", donde se halló a Garrido, recinto preparado para su negocio de cría de animales de compañía y la custodia de animales salvajes o exóticos.

"Pero bajo ese tinglado se solapaban actuaciones, al parecer, ilícitas que también eran organizadas o dirigidas por el acusado, aprovechando la presencia de numerosos animales, tales como el tráfico ilícito de especies de fauna protegida o la ocultación de drogas que les eran confiadas por organizaciones de delincuentes", se indica.

Aunque la pareja se rompió, el juez otorgó a Lucía el uso del chalé de la finca que era la vivienda familiar, mientras que él conservó el derecho de acceso a la finca y el uso de otras edificaciones y el resto de instalaciones del negocio familiar que él siguió explotando.

Lucía "se convirtió en testigo directo y presencial de las actividades lícitas y supuestamente ilícitas" que el exmarido realizaba y "suponía un obstáculo" para que él pudiera llevar a cabo un negocio proyectado con otros socios: "convertir la finca en una especie de núcleo zoológico o depósito de animales para toda Andalucía, por el que cobraría sustanciosas cantidades de dinero".

"El acusado no confiaba en Lucía Garrido, de tal modo que para evitar que le denunciara por las actividades supuestamente ilícitas y que fuera un obstáculo para el negocio proyectado en la finca, intentó desalojarla de la vivienda para ocuparla él con su nueva pareja", pero Lucía rechazó sus ofertas. 

Crecía la enemistad entre ellos, se generó gran tensión y Lucía se convirtió "en una auténtica amenaza" para la continuidad de las actividades del exmarido y, "para neutralizar ese peligro", él, "o alguien de su entorno delictivo, propuso una solución drástica, consistente en acabar con la vida de Lucía Garrido".

Plan para matarla 

El plan para matarla fue urdiéndose desde finales de marzo de 2008, cuando se reunieron en Torremolinos varias personas que proyectaban delitos en Madrid y Málaga, entre ellos el ahora condenado como autor material del asesinato, que pertenecía a un grupo de delincuentes y que "recibió, a través de individuos desconocidos, una oferta económica para matar a Lucia Garrido", propuesta que aceptó.

El exmarido "propició o consintió la contratación" de aquel "como sicario, sabiendo que atentaría contra la vida de Lucía"; mantuvo contactos con él "que se tradujeron en la prestación de ayudas decisivas para la planificación, preparación y ejecución del crimen".

Informó al sicario de las costumbres, movimientos y rutinas de Lucía y de su hija; le facilitó una copia de la llave de la puerta peatonal de la finca y se comprometió a neutralizar cualquier obstáculo que pudiera impedir o dificultar la entrada o huida.

El exmarido fue informado de que el crimen iba a cometerse entre el 28 y el 30 de abril de 2008 por uno o varios individuos que sorprenderían a Lucía dentro de la finca cuando estuviera sola, desprevenida e indefensa; dio su aprobación al plan y, como había convenido, retiró los dos perros mastines que habitualmente dejaba sueltos dentro de la propiedad para evitar intrusiones y los mantuvo apartados o encerrados.

Sabía que iba a ser investigado como posible asesino de Lucía, pero confiaba en que saldría airoso gracias a la amistad y relaciones de intereses que mantenía "con varios agentes corruptos de la Guardia Civil y a la coartada que iba a fabricarse". 

Esta sentencia es producto del segundo juicio que se celebra por el asesinato de Lucía Garrido; en el primero en 2019 el jurado declaró no culpable a los acusados (entonces eran cuatro). Después, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ordenó celebrar una nueva vista oral para estos dos procesados a los que ahora se ha condenado y mantuvo la absolución de los otros dos (dos guardias civiles).

 

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