Desde este sábado, todos los dispositivos electrónicos nuevos, móviles, tabletas y cámaras, tendrán que incorporar un puerto de carga USB tipo C.
El objetivo es reducir la basura electrónica y simplificar la vida de los consumidores.
El cargador universal es una realidad a partir de este sábado en los países de la Unión Europea. Entra en vigor una directiva europea que permitirá a los consumidores poder usar un único modelo de cargador.
La medida es obligatoria para una amplia gama de aparatos electrónicos nuevos, como móviles, tabletas, cámaras digitales, cascos, audífonos, libros electrónicos, teclados, ratones, sistemas de navegación y consolas de videojuego, que tendrán que incorporar un puerto de carga USB tipo C, independientemente de su marca o modelo.
Una década han esperado los ciudadanos de la Unión Europea para que la medida entre en vigor. El objetivo de la nueva normativa es reducir la basura electrónica y simplificar la vida de los consumidores.
A partir del 28 de abril de 2026, también los ordenadores portátiles deberán disponer de un cargador único.
Los Estados miembros tenían hasta este 28 de diciembre para aplicar la directiva europea, que también armoniza los requisitos de carga rápida y ofrece a los consumidores la opción de no recibir un nuevo cargador con cada compra de dispositivo.
Los fabricantes deberán actualizar sus embalajes para mostrar claramente la información sobre las características de carga y lo que se incluye con cada compra.
Esta normativa permite mitigar, por tanto, el llamado 'bloqueo tecnológico', por el que un consumidor se vuelve cautivo de un fabricante concreto al adquirir uno de sus dispositivos.
El objetivo de esta ley es triple: garantizar la comodidad de los consumidores, reducir los residuos electrónicos y evitar la fragmentación del mercado de los dispositivos de carga, según el texto de la directiva.
El sistema que regía hasta ahora, en el que compartían espacio el USB 2.0 Micro B, el USB-C y el Lightning (exclusivo de Apple) gracias a un acuerdo voluntario de 2009, contribuía aún a generar hasta 11.000 toneladas al año de residuos electrónicos, según las estimaciones de la Comisión Europea.
La normativa pretende atajar esta cifra permitiendo a los consumidores comprar nuevos dispositivos electrónicos sin tener que adquirir un cargador adicional, lo que ahorrará a los ciudadanos hasta 250 millones de euros anuales en cargadores innecesarios.