Quinientos años se cumplen del fallecimiento del primer gramático de nuestra historia, impulsor de la imprenta en España.
En Los Reporteros nos acercamos a la figura clave de nuestra lengua.
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Este año, la celebración del día del libro coincide con la conmemoración del quinto centenario de la muerte de Elio Antonio de Nebrija, el autor de la primera gramática de la lengua castellana. Una oportunidad para rescatar del olvido a este humanista andaluz, impulsor de la imprenta en España.
Ha pasado de puntillas por los libros de texto. Reducido al silencio o, como mucho, a una línea, a su condición de autor de la primera gramática del castellano. Pero este humanista del Renacimiento fue mucho más.
Entender a Elio Antonio de Nebrija es comprender nuestra lengua. Cómo somos y nos comunicamos hoy, en el lenguaje del siglo XXI, pero siguiendo unas normas que él, letra a letra, hace quinientos años, empezó a crear.
El pianista y compositor lebrijano Dorantes ha creado la sintonía de los actos oficiales del quinto centenario de la muerte de su paisano Nebrija. El lenguaje musical como homenaje al de la palabra. Es solo uno de los homenajes que se han hecho a Nebrija en este aniversario.
De Elio Antonio de Nebrija sabemos que nació en Lebrija, en una calle que hoy lleva su nombre o en cualquiera de las fincas que pertenecieron a su familia. Sí que sabemos que fue en 1444. Que era hijo de una familia de pequeños propietarios agrícolas y que su nombre real es Antonio Martínez de Cala. En Salamanca, estudia latín, la lengua culta de la época y convierte su nombre en Antonio de Lebrija, que derivará en el Nebrija por el que hoy le conocemos.
Con 19 años, se marcha a estudiar a Bolonia, a Italia, una parte fundamental en su vida de la que poco se conoce y que da pie a la imaginación. Nebrija vivió o trabajó en 17 ciudades diferentes, entre ellas, Sevilla y Córdoba.
La influencia de Nebrija en el nacimiento de la imprenta es fundamental. La imprenta fue, para el Renacimiento, el equivalente a la revolución que hoy son internet y los ordenadores. Su manual de latín y sus diccionarios le convirtieron en lo que hoy entenderíamos como un influencer, una persona influyente en su época.
Sin embargo, la gramática del castellano de Nebrija, la primera en lengua vulgar, escrita en 1492, poco antes del descubrimiento de América, fue un fracaso en su época. Nadie entendió que diera unas reglas al idioma que hablaba la gente pero que no era considerado culto. De hecho, no se volvió a imprimir hasta el siglo XVIII.
El futuro que puede tener una palabra está, oficialmente, en manos de la Real Academia de la Lengua Española. La celebración del quinto centenario de Nebrija, repleta de actividades conmemorativas, es una oportunidad para acercarse con respeto a nuestra lengua pero, también, a una figura valiente. El primer gramático de nuestra historia, sí, pero, también, el hombre que se enfrentó a la Iglesia por defender la corrección de lo escrito en la Biblia.
Para Nebrija, en la lengua está la verdad. Merece mucho más que silencio o una sola línea en los libros de texto. Elio Antonio de Nebrija falleció, en julio de 1522, en Alcalá de Henares, donde fue catedrático